For the Horde! - Primer Parte

[Primera parte de un extenso relato sobre las aventuras y desventuras vividas para conseguir este meta-achievement del World of Warcraft, el cual consiste en nada menos que entrar en cada capital de la Alianza y asesinar a sus reyes...¡FOR THE HORDE!]

Yo comenzé a jugar World of Warcraft en los tiempos de Burning Crusade (su primer expansión) y tuve un prolongado receso antes de que saliera Wrath of the Lich King (la segunda). Para cuando volví a jugar, hace cosa de uno o dos meses, me encontré con los muchos upgrades que habia recibido el juego en mi ausencia.
De entre ellos los achievements eran uno de los que más había querido chequear: la idea de conseguir títulos, monturas, o cosas de vanidad por lograr cosas como explorar todo el mundo o matar bosses en condiciones más adversas que de costumbre me encantaba!

Pero hubo un achievement en particular que se tornó una obsesión desde que conseguí mi primer raid para intentarlo: el meta-achievement For the Horde!. Para los que no estén muy relacionados con el juego, World of Warcraft es un MMORPG donde la base de jugadores se divide en dos facciones: la Alianza (compuesta por enanos, gnomos, humanos, elfos de la noche y draeneis) y la Horda (compuesta por orcos, trolls, no-muertos, elfos de la sangre y taurens). Cuatro de las cinco razas de cada facción tienen capitales propias, capitales gobernadas por un rey, regente, lider espiritual o sujeto de igual importancia.
Estos lideres son, en su mayoria, personajes que hemos visto en los Warcrafts tradicionales y, principalmente, en el Warcraft III, tales como Thrall, Cairne Bloodhoof, Sylvanas Windrunner o Tyrande Whisperwind. En turno, ambas facciones son agresivas entre ellas lo cual se refleja en que los personajes de la Horda puedan atacar a los de la Alianza y viceversa y, mejor aún, atacar y devastar sus pueblos.
Cualquiera con medio gramo de "roleritud" en su ser habrá notado que la idea de juntar un grupo de 40 personas, cargar por la puerta principal de la capital enemiga, matar guardias y jugadores por igual hasta llegar al trono y allí entablar una épica batalla contra el mismismo lider de la despreciada raza, sus soldados y cuanto jugador pretenda defenderlo....es algo MUY interesante para dejarlo pasar así nomás!
Y no solamente se queda uno con la cálida sensación en el pecho de haber dado un golpe de gracia a la facción opuesta: el lider de la Horda manda una felicitación por correo junto con una montura exclusiva, el oso de guerra negro.

Entonces...resulta que yo estaba en la casa de un vecino, terminando de comer, cuando mi novia (Lumenae) me envia un mensaje de texto al célular. "Están armando FTH". "Cosa interesante" pensé y continué con mi agradable velada. Para cuando hubimos terminado de comer y todos nos volvimos a nuestras casas loguié al juego para consolar a Lume por su predecible fracaso...solo para enterarme que el rey de Stormwind, Varian Wrynn, acaba de caer en su trono y que la tropa se dirigia ahora a las poco frecuentadas costas de Darnassus para matar a la reina elfa. Lo que era mucho mejor, ¡alguien acaba de irse, dejando un espacio en el raid para mi! Así comenzó....

Immortal No More: Volé rapidamente a Ashenvale, un mapa boscoso cercano a la capital orca de Orgrimmar, desde donde nos movilizariamos al puerto de Auberdine (muy al norte) para asaltar y ocupar uno de los barcos elficos que van hacia su capital.
Auberdine dista mucho de ser un pueblo "impenetrable". Al ser de bajo nivel y carecer de barricadas o cosas para frenar nuestro avanze, nos descubrimos invocando compañeros rezagados al barco antes de tener ninguna complicación. Por lo que me comentaban en aquel momento, el ataque a Stormwind (segunda capital en orden de importancia y población de la Alianza) había sido un relativo éxito, con muchas bajas, pero lo suficientemente sorpresivo para matar al rey. El problema era que el factor sorpresa se había consumido en dicho ataque y todo un batallón de jugadores de la Alianza estarían ahora esperandonos en Ironforge, la capital enana (que, al estar conectada a Stormwind de forma directa por un tren subterraneo, se tornaba la opción natural para el segundo golpe).
Asique, lejos de caminar hacia nuestras muertes seguras, los lideres del raid habian decidido atacar las capitales de la Alianza que cuentan con peores defensas y menor cantidad de jugadores mientras esperabamos que Ironforge se desocupara.
 Una vez el barco llegó a la capital de los Nigth Elves, avanzamos al galope hacia el Templo de la Luna, donde encontrariamos a la Alta Sacerdotisa. Daranassus, la capital élfica, no suele ser visitada por muchos jugadores y al favorecer los estanques, espacios abiertos y arboledas típicas de los druidicos elfos, tampoco tiene zonas estrechas donde los guaridas puedan apelotonarse para desmontar invasores.
Antes de lo que todos suponiamos nos encontrabamos en el piso más alto del templo, con poco menos de tres docenas de guaridas encima y muy pocos alianzas como para que se vuelvan una molestia.
La lucha fue despareja: Tyrande, si bien una reina, sigue siendo simplemente un boss. Sin el apoyo de jugadores aliados, nuestros healers mantuvieron vivos a los tankes hasta que tuvieran el aggro suficiente para que todos los demás pudieramos hacer bizarras cantidades de daño sobre la sacerdotisa sin correr el menor riesgo. Más allá del esporadico priest enemigo intentando descontrolar nuestros esfuerzos con un Fear en area, no hubo mayores dificultades. La sacerdotisa cayó, nuestro raid festejó y pronto volvió a Auberdine para asaltar el barco hacia nuestro próximo objetivo: Exodar.


Putting Out the Light: Pero si creyeron que eso es facil, por favor, no duden en atacar Exodar. Con la expansión Burning Crusade la Alianza consiguió a los Draenei como raza jugable. Al igual que ocurrió con los Blood Elves de la horda, la capital Draenei cuenta con una inmensa cantidad de útiilidades y servicios habitualmente desaprovechados por mera fuerza de costumbre (y, hay que admitirlo, porque está bastante alejada de los médios más comodos y eficientes de transportes de larga distancia). Nadie, absolutamente nadie, va hacia Exodar. Al día de hoy, tras haber matado al Profeta Velen (lider espiritual de los draeneis) dos veces, aún no consigo sacar el achievement Wrath of the Horde unicamente por no haber matado 5 jugadores enemigos en Exodar. 
En fin, tomamos nuestro barco de regreso a Auberdine y nos movilizamos al otro muelle donde paraba el barco hacia la capital draenei. Como en el pasado, no tuvimos ningún problema en abordarlo, matar innecesariamente a toda su tripulación, y movernos hacia la capital enemiga. Incluso tomando el camino más ineficiente y dando un par de vueltas extra dentro de la ciudad (tambien es al día de hoy que me pierdo en ese condenado sitio...).
Poco importaron los hechizos curativos de Velen, o los esfuerzos de sus cinco o seis patéticos guardias. El pobre draenei fue destajado rapida y ferozmente sin oponer ningún tipo de resistencia seria. Para cuando el polvo se disipó y los ruidos hubieron parado, Velen yacia muerto en el suelo y nuestra tropa ya pensaba en como reagruparse.

Death to the King!: Debo adtmirir que para este entonces ya me encontraba más preocupado sobre como convencer al raid de matar a Varyan denuevo que de las dificultades que pudiera traernos Magni Bronzebeard. Estabamos intoxicados con el sabor de la victoria y con cierto fundamento: a esta altura, Lumenae y el resto del raid solo necesitaban matar al rey enano para conseguir su meta-achievement y montura. Y si el rey humano, mucho más icónico en una capital casi igual de concurrida, ya había muerto...¿por qué no habría de salvarse Magni?. We were not prepared...
Supongo que en un intento de evitar cruzar el frente de la capital enana, donde suele haber más jugadores aliados, preferimos hacer un largo excurso hacia Stormwind para tomarnos el subterraneo hacia la capital enana. Auberdine resultó, nuevamente, un puerto práctico con un barco directo hacia la capital humana.
La orden era de no atacar nada: simplemente nos bajamos del barco y galopabamos hacia la entrada del tren. De ser detectados y acechados, luchariamos con los alianzas dentro de la estación del tren donde el espacio era más reducido y controlable. Pero esto no terminó siendo necesario: la gran mayoría del raid llegó al subterraneo y antes de mucho ya estabamos en territorio enano, curandonos, buffeandos y preparandonos para un glorioso baño de sangre.
Más arriba dije que cuatro de las cinco razas de cada facción tienen capitales, pero todas las razas tienen lideres. El problema es que no todos los lideres son importantes para el achievement que buscabamos obtener...¿pero que importaba eso? ¡nada podia detener a los asesinos de reyes!. En cuanto salimos de la estación del subterraneo, ya en el corazón de Ironforge, y vimos al rey de los gnomos en frente nuestro no pudimos evitar la carga. Considerandolo en retrospectiva pienso que este fue uno de esos divertidos errores: aunque no sea relevante para el achievement en cuestión, el High Tinker Mekkatorque sigue siendo un formidable oponente y ciertamente dio buena batalla durante un par de minutos...minutos en los que la alarma sonaba a lo largo y ancho de la principal capital aliada.
No creo que les resulte sorpresivo saber que en la puerta del trono enano había un interesante contigente de aliados afilando sus espadas...No termino de recordar cuanto duró la masacre. Si no me equivoco, conseguimos atravezar el primer grupo de aliados e incluso comenzamos a atacar al rey...pero cuando el segundo contigente llegó y mató a nuestro tanke, Magni y sus hombres hicieron cosas muy desagradables con el resto de nosotros.
Creo que hubo cuatro, muy desorganizados, intentos frontales después de eso. Soliamos reagruparnos, invocar gente con portales y cosas varias, buffearnos y cargar directamente por la puerta principal...pero cuando llegabamos (si es que lo haciamos) a la sala del trono nos encontrabamos en un ratio de 1 a 1 contra los aliados que, sumados a los guardias y el mismismo rey enano, se tornaban completamente inmanejables. Finalmente el raid se desarmó. La gente comenzó a gritarse culpas entre ellos y los más pesimistas (y, sin duda, experimentados en el asunto) comenzaron a largarse.
La gloria se nos escapó ese día y cuando me vi obligado a buscar un lugar lo suficientemente escondido y alejado como para poder usar mi Heartstone como una rata asustada juré que me vengaría de Magni por esta deshonra. Juré sobre la sangre de mis hermanos caidos que yo mismo formaría (o, en su defecto, encontraría, jajaja) un grupo de valientes capaces de destruir esta ciudad desde sus cimientos.

Pero el relato ya se hizo extenso y se extiende aún más después de esto, asique haré un pequeño intervalo en la historia. En la próxima entrada comentaré como Magni terminó por transformarse en mi enemigo número uno dentro del WoW (desplazando de este lugar a Archimonde) y como, con la ayuda de amigos y por encima de incontables adversidades, conseguimos un triunfo digno FOR THE HORDE!

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