Viaje a Northrend
¡Nuevo año! ¡Nuevo blog!
Primero una pequeña presentacion de lo que a este espacio respecta: Nuntius Dungeon pretende ser un ambiente altamente relajado donde poder subir información que quiero compartir, almazenar u organizar, sobre los diferentes hobbies y cosas que alegran mis días.
El espacio aún está en formación y muchas descripciones, enlaces y etceteras varios irán modificandose a medida que vaya subiendo cosas.
Y ya arranco subiendo una de las cosas que quiero almacenar: Fanfictions, pequeños cuentos o relatos dentro del mundo de alguna franquicia que narran, en mayor o menor medida, mis experencias en él.
El relato de hoy forma parte de mi humilde intento de avivar los foros RP de Blizzard LA, y viene a ser un capítulo en las memorias de mi Druida tauren, dentro del mundo del World of Warcraft.
Mucho de lo escrito está basado, como de costumbre, en mi experiencia de juego real: llegué algo tarde a la expansión de Wrath of the Lich King, tras un receso de algo así como 8 meses sin jugar en lo absoluto.
...Lo que no termina de cerrarme son los nombres en español. Pero, por otro lado, pareciera que la gente del foro prefiere manejarse con un solo idioma en todo el post, asique habrá que darle un intento ^^
Espero que les agrade y bienvenidos ^^
Primero una pequeña presentacion de lo que a este espacio respecta: Nuntius Dungeon pretende ser un ambiente altamente relajado donde poder subir información que quiero compartir, almazenar u organizar, sobre los diferentes hobbies y cosas que alegran mis días.
El espacio aún está en formación y muchas descripciones, enlaces y etceteras varios irán modificandose a medida que vaya subiendo cosas.
Y ya arranco subiendo una de las cosas que quiero almacenar: Fanfictions, pequeños cuentos o relatos dentro del mundo de alguna franquicia que narran, en mayor o menor medida, mis experencias en él.
El relato de hoy forma parte de mi humilde intento de avivar los foros RP de Blizzard LA, y viene a ser un capítulo en las memorias de mi Druida tauren, dentro del mundo del World of Warcraft.
Mucho de lo escrito está basado, como de costumbre, en mi experiencia de juego real: llegué algo tarde a la expansión de Wrath of the Lich King, tras un receso de algo así como 8 meses sin jugar en lo absoluto.
...Lo que no termina de cerrarme son los nombres en español. Pero, por otro lado, pareciera que la gente del foro prefiere manejarse con un solo idioma en todo el post, asique habrá que darle un intento ^^
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Muchas cosas habian ocurrido en Azeroth durante mi aislamiento en el Claro de la Luna. Completamente desapercibida había sido para mi la sombra de muerte y desolación que azotó furiosamente las principales capitales del mundo, los depravados modos en que los no-muertos consiguieron esparcir su plaga sin restricción ni cuartel.
Fue tras una extensa sesión de meditación grupal, que Remulos y otros maestros se nos acercaron con una sombria expresión en su rostro para informarnos de los eventos que habian estado ocurriendo y de como nuestra iniciación en el Sueño Esmeralda debería postergarse para ayudar a las vanguardias de Rasganorte.
En aquel momento, elfos y tauren por igual nos dimos fuerzas en la esperanza de herradicar semejante aberración al ciclo natural como puediesen ser las huestes del Rey Exánime.
En aquel momento, una suerte de amnistía aún gobernaba sobre entre nuestras facciones.
El peregrinaje hacia Orgrimmar fue silencioso y solemne. Llevaba casi un año entrenandome en Amparo de la Noche y sobrevolar las zonas en las que me habia curtido como un experimentado guerrero me llenaba de nostalgia y orgullo.
Pero todo eso se fue desvanenciendo mientras esperaba en Orgrimmar, junto a otros reclutas, la aeronave que me llevaría a Rasganorte. Verla fue un portento de los meses por venir: faros reforzados para perforar las más espesas nieblas, pintura de guerra para inspirar valor a los ingenuos y una tripulación fuertemente equipada para repeler quien-sabe-que amenazas que puedieran agobiarla.
Era como si la maquina voladora tuviese que defenderse del entorno mismo, tanto fisica como psicologicamente.
El viaje no tuvo demasiadas complicaciones. Debo remarcar que, en su completa falta de sentido de común, los tripulantes goblins supieron evadir los mayores peligros con pequeños y aparentemente innecesarios problemas menores.
Fue cuando entramos en la Tundra Boreal que mis ultimas esperanzas se despavilaron y terminé de comprender que, por gusto o necesidad, acababa de tomar cartas en un conflicto que superaba altamente mis limitaciones: la más grande fortaleza que jamás hubiese visto, forjada en poderosisimo acero negro, yacia impotente ante un masivo asedio Nerub'ar.
Gritos de sufrimiento y auxilio se alzaban desde lo bajo, mientras pequeños grupos de avanzada eran destruidos o capturados, envueltos entre pedidos de misericordia en telarañas más resistentes que el hierro. Y allí no terminaba el terror...pequeñas granjas y construcciones típicas de los asentamientos orcos eran arrazadas y utilizadas, en los mismos lindes de la fortaleza, como criaderos para aún mayores monstruosidades que seguramente estarían atacando la ciudadela para el anochecer.
Parte del ruido se perdió mientras la aeronave ingresaba en el Fuerte Grito de Guerra. En el muelle, una versión mucho más renovada, mucho más fiera y mucho más decidida del Garrosh Gritoinfernal que había conocido en Nagrand nos recibió con una torcida sonrisa maquiavelica. Tras inspeccionarnos rapidamente con la mirada, dio la vuelta y se retiró gruñendo en un tono audible "No van a durar mucho."
En aquel momento creí que se equivocaba.
Fue tras una extensa sesión de meditación grupal, que Remulos y otros maestros se nos acercaron con una sombria expresión en su rostro para informarnos de los eventos que habian estado ocurriendo y de como nuestra iniciación en el Sueño Esmeralda debería postergarse para ayudar a las vanguardias de Rasganorte.
En aquel momento, elfos y tauren por igual nos dimos fuerzas en la esperanza de herradicar semejante aberración al ciclo natural como puediesen ser las huestes del Rey Exánime.
En aquel momento, una suerte de amnistía aún gobernaba sobre entre nuestras facciones.
El peregrinaje hacia Orgrimmar fue silencioso y solemne. Llevaba casi un año entrenandome en Amparo de la Noche y sobrevolar las zonas en las que me habia curtido como un experimentado guerrero me llenaba de nostalgia y orgullo.
Pero todo eso se fue desvanenciendo mientras esperaba en Orgrimmar, junto a otros reclutas, la aeronave que me llevaría a Rasganorte. Verla fue un portento de los meses por venir: faros reforzados para perforar las más espesas nieblas, pintura de guerra para inspirar valor a los ingenuos y una tripulación fuertemente equipada para repeler quien-sabe-que amenazas que puedieran agobiarla.
Era como si la maquina voladora tuviese que defenderse del entorno mismo, tanto fisica como psicologicamente.
El viaje no tuvo demasiadas complicaciones. Debo remarcar que, en su completa falta de sentido de común, los tripulantes goblins supieron evadir los mayores peligros con pequeños y aparentemente innecesarios problemas menores.
Fue cuando entramos en la Tundra Boreal que mis ultimas esperanzas se despavilaron y terminé de comprender que, por gusto o necesidad, acababa de tomar cartas en un conflicto que superaba altamente mis limitaciones: la más grande fortaleza que jamás hubiese visto, forjada en poderosisimo acero negro, yacia impotente ante un masivo asedio Nerub'ar.
Gritos de sufrimiento y auxilio se alzaban desde lo bajo, mientras pequeños grupos de avanzada eran destruidos o capturados, envueltos entre pedidos de misericordia en telarañas más resistentes que el hierro. Y allí no terminaba el terror...pequeñas granjas y construcciones típicas de los asentamientos orcos eran arrazadas y utilizadas, en los mismos lindes de la fortaleza, como criaderos para aún mayores monstruosidades que seguramente estarían atacando la ciudadela para el anochecer.
Parte del ruido se perdió mientras la aeronave ingresaba en el Fuerte Grito de Guerra. En el muelle, una versión mucho más renovada, mucho más fiera y mucho más decidida del Garrosh Gritoinfernal que había conocido en Nagrand nos recibió con una torcida sonrisa maquiavelica. Tras inspeccionarnos rapidamente con la mirada, dio la vuelta y se retiró gruñendo en un tono audible "No van a durar mucho."
En aquel momento creí que se equivocaba.
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Espero que les agrade y bienvenidos ^^
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