Nuntius de Oro 2024
- BANDA DEL AÑO: DIM, Fief, Tales Under the Oak, Ulk
- MINIATURA DEL AÑO: Nazgûl Rojo, Mago Uruk-Hai, Portaestandarte Jinete Saurio, Caballero Bretoniano, lobo FDM
- PELÍCULA DEL AÑO: Dune 2, Poor Things, The Spine of Night, Deadpool and Wolverine, The Shinning, El niño y la garza
- SERIE DEL AÑO: Fallout (Temporada 1), Invincible (Temporada 2), Cobra Kai (temporada 5)
- EVENTO DEL AÑO: Marcha Universitaria, Viaje a Uruguay, Nerdfest 2024, conocer a "La Piki", Toma de Púan
- ANTAGONISTA DEL AÑO: El Javo, Blockner (Enter the Dungeon), LeChuck (Monkey Island 3), La Muerte (Vampire Survivors)
- PARTIDA DEL AÑO: "The Well" (Frostgrave), "Sacred Temple" (Age of Fantasy), AoF Skirmish en "Juegos contra Fuegos", "El hechicero real" (Escape Buenos Aires), Draft de Murders at Karlov Mannor.
- BOARDGAME DEL AÑO: Brian Boru, Cartógrafos, Dables, Isla Prohibida, Bandido
- VIDEOJUEGO DEL AÑO: Vampire Survivors, Total War: Warhammer 2, Earth Defense Force 4.1, Samurai Gunn, Dungeonborne, Abzû
Ganador: Fief
Sin lugar a dudas, este fue el año del dungeonsynth, un género bizarro que pretende evocar una especie de aire "dark-fantasy" de los 80, usando mucho sintentizador y samples midi. Melodías muy repetitivas como para dejar de fondo y/o atormentar a novias y amigos. Si bien hay considerables diferencias en los estilos particulares de las cuatro bandas que más me gustaron, la verdad es que podrían ser medio intercambiables. Si no me equivoco, DIM debe ser la que tiene más reconocimiento en el ambiente, más que nada por su trilogía "Compendium". Si bien el género tiene un estilo bastante cerrado, creo que es el que tiene la mayor variedad y complejidad en sus melodías entre los galardonados. Ulk y Tales Under the Oak tienen estilos un poco más conceptuales (en el sentido de que hay algún concepto general que cubre cada disco, si bien suelen ser cosas más bien mínimas como un motivo que se repite, o un efecto de sonido que junto a los títulos y artes de tapa dan algún disparador de narrativa al disco). Además, los discos linkeados tienen el honor de haber conseguido reemplazar a Uematsu en lo que dejé de fondo en loop para trabajar durante el año. Pero el cráneo volador la va a Fief por haber sido el que, sin que me de mucho cuenta, me introdujo al género. Básicamente, escucho mucha música ambiental e instrumental mientras trabajo, y el algoritmo de Spotify debió tirar varias veces temas de "II (Reissue Version)" como para que un día me descubra diciendo "¿y eto'?". Obviamente no es un género para todo el mundo, pero tiene algo en la simplicidad y climas que genera que me trasporta a una época distinta, cuando la fantasía estaba necesariamente atada a la propia imaginación y aún era algo inusual, atípico, oculto y preciado. Si Wind Rose fuese la quinta edición de D&D, el dungeonsynth sería un retroclón de primera edición. En una línea muy similar, una mención de honor obligada va para el disco "Mirkwood" de la banda Summoning, seguramente el disco que más escuché en el año. Lamentablemente, por fuera de este disco la banda hace un estilo de death metal que aún no consigo apreciar...lo cuál básicamente les arrebató el cráneo volador. Por último (y cambiando fuertemente la temática), otra mención de honor va para El Kuelge, que supo acompañar viajes, tardes y situaciones múltiples, y que tiene a "la Piki" como principal sponsor de horas y horas de reproducción.
Ganador: Nazgûl Rojo
Entre las horas de ocio felizmente robadas al año hubo 85 horas y media de "hobby", en las que pinté 32 miniaturas (4 de ellas caballería), 8 escudos para completar una unidad después de como 20 años, diez cajitas y barriles, y limpié e imprimé bocha de miniaturas impresas en FDM para Frostgrave, lo cuál sirve de puente para el primer candadito: el lobito impreso con FDM. Si bien la pintura no es particularmente sorprendente, lo que sí me pareció sorprendente es lo "bien" que puede quedar como token algo impreso en FDM por una precio básicamente despreciable. Siguiendo este ejemplo, ya hay casi todo un compendio de monstruos listos para terminar de ser pintados y dar rienda a suelta a una campaña entera de Frostgrave en este año entrante (¡dedos cruzados!). El Portaestandarte Jinete Saurio fue una pieza interesante precisamente por el estandarte. Cuando creí haber terminado la miniatura decidí que ameritaba un poquito de amor extra para pulirle las gemas y darle algo más de brillo al estandarte, y estoy bastante satisfecho con el resultado. Marca, además, una unidad completa de jinetes saurios (...cuyo desempeño en batalla sigue siendo altamente dudoso, pero que se ven har-mo-sos sobre eso dinosaurios todos pintaditos). Por otro lado, el Caballero Bretoniano marcó el primero intento exitoso de pintar algo de "negro" y que quede con luces y sombras que me dejen satisfecho. En esto se suma, en general, a los demás bretonianos que nacieron como un intento de aprender a pintar amarillo (...y, bueno, como ponteciales adiciones a un ejercito de mercenarios). Pero creo que las dos piezas mejor logradas pertenecen al ejercito de orcos, y son el "mago" Uruk-Hai y el Nazgûl rojo. Ambos tienen el esquemas de colores muy sencillo del "Clan Sombrafuego" (i.e. el resto de mis orquitos) y nacieron con la idea de tener un mago y un aprendiz rojos por si conseguía tentar a Daveron con probar Frostgrave algún día. En particular, me gusta como quedaron los degrades muy marcados del Nazgûl (que está, básicamente, pintado con un único color). Además, también fue un experimento en cómo pintar usando colores difíciles (en particular, sobre como aclarar rojo sin que se vuelva rosa o naranja). Y por último, respondió a una especie de duda que tenía desde chico sobre cómo pintar estas miniaturas para que no sean la imagen negra monocromática estándar (aunque, vale aclarar, el resultado toma más inspiración de, y representa mejor a, los "Death Knight" del Warcraft 2 que de los Nazgûl de Tolkien). Más en general, este año marcó nuevos hitos en mi relación con el hobby, algo particularmente destacable en un contexto tan tumultuoso como este. A diferencia de lo que me pasa con la lectura, "pintar para relajar" se dió en bastantes momentos, y encuentro gran satisfacción en "mover pintura sobra una miniatura" y terminarla en pocos minutos, incluso si el resultado no es particularmente destacable. Sinceramente, seguir descubriendo estas formas de placer me llena de sorpresa y alegría. Por último, y si bien no es en si misma una miniatura, hace falta una mención especial para la Hellbot Magna que Wholi tuvo el hermoso gesto de prestarme tras el nacimiento de Redondelito Primero, y que supo imprimir (además de las mencionadas miniaturas de Frostgrave) una ciudad entera durante su estadía en el Asteroide-N. En un año totalmente carente de tiempo para hobbies, la impresora 3D mostró un beneficio que nunca escuché a nadie destacar: la posibilidad de mantener "conectado" al hobby, incluso si tenés jornadas laborales de 12 horas. Saber que cuando volvía a casa iba a tener una nueva pieza de escenografía
o una bola de plástico gigante en el extructor me hacía sentir que igual "progresaba" aunque no me sentase a pintar... y no tengo dudas de que eso ayudó a hacer mucho más llevadero el ritmo pesado de trabajo casi constante que hubo durante el año. ¡Gracias Wholi!
Ganador: Dune 2
Aparentemente, un subproducto de la combinación entre "relación amorosa sana" y "días laborales infinitos" es un incremento en la cantidad de películas vistas en el año. Sin embargo, muchas de las candidateadas fueron bizarreadas vistas por mi parte o nerdeadeas que quedaron por fuera de los gustos compartidos. Entre ellas, la que se alza como ganadora del cráneo volador, Dune 2. Las nuevas películas de Dune están siendo un poco polémicas, en buena medida porque poseen un ritmo narrativo medio lento, no terminan de cubrir (según entiendo) todas las aristas del libro, y pueden resultar un tanto pretensiosas. Pero, sea eso como fuese, a mi me siguen resultando en un espectáculo visual impresionante, un despliegue estético refrescante, aunque muy característico de su director. Pocas personas consiguen transmitir el sentido de inmensidad que lgora Denis Villeneueve (quién consigue su primer Nuntius de Oro tras dos nominaciones previas por Dune 1 y Blade Runner 2049 en los Nuntius de Oro 2021... y que contaría con otra más por Arrival si me acordase cuándo la vi por primera vez). Re estoy para ver cómo sigue la saga. En contrapartida, Deadpool and Wolverine se sintió como el último manotazo de ahogado de un género que ya no estoy siguiendo hace algunos años (y, por los chistes de la pelí, parece que no soy el único). Ojo, la película cumplió, ofreciendo risotadas, acción y muchas referencias a historietas que me había olvidado que conocida (#EraDelApocalpsis1995). Inversamente, The Shinning me permitió finalmente entender mil referencias a las que vengo expuesto desde chico, y fue en sí misma una gran película (cuya visualización puede haber estado provocada por alojarnos en un hotel sospechosamente parecido al Overlook). The Spine of Night fue una bizarrada total pero, salvando las enormes distancias, comparte con Dune la capacidad de haberme presentado algo nuevo, distinto a lo que venía acostumbrado, tanto estética como narrativamente. Por último, tanto Poor Little Things como El niño y la garza seguramente sean las mejores "películas-películas" de esta lista. Una vez más, salvando las distancias, la primera presenta una estética muy particular y propia, así como una serie de temáticas muy intereasntes y muy bien tratadas. Sinceramente, el único motivo por el que no se ganó el cráneo volador es porque no sé si volvería a verla, pero ciertamente propició conversaciones y reflexiones mucho más profundas e interesantes que el resto de las películas de esta lista. Finalmente, El niño y la garza se sintió como la despedida oficial de Hayao Miyazaki, y me fue imposible no verla en una clave totalmente "meta" del autor sobre su obra, su legado e instando a un heredero (...probablemente no su hijo) a que tome el manto y arme su propia "torre". Todo lo cuál es genial, muy merecido y un tanto agridulce, pero también hace que la película no tenga el clima de escapismo mágico que disfruto tanto en otras obras del autor.
Ganador: Invincible (Temporada 2)
Si bien hay pocos candidatos, esta categoría estuvo un tanto reñida. Cobra Kai definitivamente califica más de placer culposo que de firme contendiente al cráneo volador a esta altura, pero sigue habiéndome dado risotadas y alegrías... y mentiría si dijese que no estaba emocionado durante ese (definitivamente carente de todo sentido legal) final de temporada. Además, el subtexto "Japón vs SurKorea", y los claros paralelos con el origen del taekwondo tienen algún mérito, supongo. Por otro lado, Invincible y Fallout pelean palmo a palmo por el título... si bien ninguna alcanzó (en mi experiencia personal) el nivel de, por ejemplo, la primera temporada de Invincible. En ese sentido, la segunda temporada de Invincible se siente más como una temporada da transición, en la que se presentan las situaciones que servirán de marco para la inevitable tercera temporada. El principal motivo por el que la adaptación de Kirkman se lleva el cráneo volador es porque la serie de Fallout tiene un tono más humorístico, más afín a los juegos 3 y 4, que al tono distópico de los juegos 1 y 2 (que son los que yo más he jugado), aunque ojo: reconozco que es una excelente adaptación de esos juegos. Y bueno, porque a esta altura del guiso el principio de la serie me sigue pareciendo un gran agujero argumental (¿qué onda, los "raiders" estuvieron meses boludeando en el vault que justo se mató solo por si llegaba a pasar que los llamaran?). Además, porque así arreglo el error de (aparentemente) haber olvidado otorgar los Nuntius de Oro de esta categoría cuando vi la primera temporada. Un error que lamentablemente no puedo enmendar con la serie de The Witcher, que se lleva una mención de des-honor con su tercera temporada.... que manera de hacer mierda algo hermoso, por dios.
Ganador: conocer a "La Piki"
Impreso gracias a Wholi y pintado por la Piki. |
Al momento de elegir los candidatos para el evento del año me encontré en una situación muy particular. Siento que este año ha sido, en si mismo, un gran e intenso "evento". Con esto quiero decir que el año se me hizo larguísimo, y que en ningún momento sentí que "no estaba pasando nada". Eso ciertamente fue agotador, pero también hizo que el año se sintiese "muy vivido", lo cuál me parece verdaderamente genial y algo a intentar sostener para este 2025. Si tuviese que elegir hitos particulares, creo que la Marcha Universitaria del 23 de abril y la Toma de Púan del segundo cuatrimestre tienen un lugar particular por su contexto histórico y personal. Definitivamente no fueron las únicas marchas, ni las únicas medidas de fuerza que hubo en el año, pero ambas me resonaron bastante por motivos diferentes. Por un lado, ver que en una época donde muchas cosas que yo consideraba "ya consensuadas y superadas" están volviendo a ponerse a disputa, ver que la Universidad Pública y de calidad sigue siendo una bandera compartida por la enorme mayoría de la sociedad argentina, me dio una esperanza bastante importante en ese momento (...incluso si, en la práctica, los efectos de lo que fue la movilización política más numerosa de la historia de este país tuvieron escasos resultados). La Toma de Púan, por otro lado, me puso finalmente "del otro lado" de una situación que históricamente viví como alumno muchas veces, poniendo el cuerpo a un reclamo que (si bien, nuevamente, no obtuvo los resultados deseados) me parece justo y necesario. En un plano más lúdico, el Nerdfest 2024 fue el primer bálsamo de fraternidad y amorosa resistencia en un contexto en el que nadie se sentía muy festivo que digamos. Mostrar ese costado a mi pareja, sumar nuevas caras al ritual, que viejos Nerdicons traigan nuevas personas, y ver cómo todxs se divertían fuerte hasta largas horas de la madrugada fue algo verdaderamente hermoso. También hermoso fue pegarse una escapada a "un congreso" en Uruguay, y usarlo como excusa para tomarnos unos necesarios y merecidos días en Colonia y Montevideo. Fue una de esos viajes en los que incluso los contratiempos (...básicamente, la ciudad de Montevideo) resultaban anecdóticos, y en lo que todo salió bien. Pero, por lejos, el evento que marcó y tuvo más impacto en el año (y, con algo de suerte, en los que vendrán) fue dar la cara y conocer a la hija de mi novia. La Piki es una criaturita hermosa y super manija, con una lucidez increíble y un corazón enorme, con la que parecemos entendernos curiosamente bien, y a la que por alguna extraña razón le caí muy bien de entrada. ¡Lo único que voy a decir es que saberse los 151 pokémones de la primera generación terminó sirviendo para algo después de todos estos años!
Ganador: La Muerte (Vampire Survivors)
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Técnicamente no es esa muerte, pero sirve como representación. |
A esta altura del relato, usted podrá preguntarse: pero después de llorar tanto, ¿no debería ganar el Javo? Sin lugar a dudas, pero me corto las dos manos antes de darle un premio (incluso al sorete del año). Así que el Nuntius de Oro para antagonista del año va al bicho que me cagó matando en todos los runs del Vampire Survivors, La Muerte. Y que, tengo entendido, ¡puede vencerse!...si uno grindea una cantidad de horas que no creo volver a grindear en mi vida. Dicho eso, el mero hecho de que puedas llegar a matar al bicho que a efectos prácticos es el "time out" del juego, me parece genial. Y el hecho de que aparezca en todos los escenarios (a veces, con múltiples variantes que sirven como mecánica para el escenario) la hace memorable. Por su parte, el mítico LeChuck se gana una candidatura porque este año finalmente pude lucharle, aunque medio de paracaidista, mientras mi novia y la Piki terminaban el Monkey Island 3. Blockner, por otro lado, se gana la mención por lo épico de cómo se dió la batalla: es un boss opcional en un roguelike (osea, que si te morís, perdiste todo el run), un boss opcional que te lo mencionan en el tutorial y que ya me había vencido varias veces, al que en ese run no debería haberle ido a pelear... pero que fui de puro tozudo calentón ¡y le gané! Creo que fue una de las mayores satisfacciones que me dió mi breve paso por el Enter the Gungeon.

Ganador: El hechicero real (Escape Buenos Aires)
Como decía al principio, si bien hubo considerablemente menos "gaming" del que hubiese deseado, sin lugar a dudas hubo grandes partidas en diversos frentes. Para empezar, fue un año sorprendentemente bueno para las partidas de wargames, incluyendo 11 partidas jugadas, en adición a otra "hosteada" y a dos más jugadas con reglas simplificadas para niñxs. Entre otras cosas, fue la primera vez que me aventuré a jugar en "lugares públicos" (técnicamente la segunda, ahora que lo pienso. Pero la primera fue inesperada en una convención y asistí más que jugar). Lo que comenzó como aprovechar la iniciativa de TerraArcana, literalmente en la esquina de mi casa, me llevó a sumarme a un montón de grupos de diferentes wargames en el país y, eventualmente, a ser invitado a hostear algunas partidas de Age of Fantasy: Skirmish para juntar fondos para ayudar contra los incendios en Córdoba. Las partidas (que incluyeron a Gabi y a "Stan Fox") estuvieron geniales...pero lo realmente genial fue tener mesas de gente jugando rol alrededor, pasando a charlar y comentar sobre wargames y vicios, y todos juntos poniendo un granito de arena para ayudar a combatir una muy real tragedia en el mundo real (por pequeño que ese granito fuese). Gabi también se copó para ser el contrincante de mi lo que finalmente, tras como dos años jugueteando con la idea, fue mi primer partida de la segunda edición de Frostgrave, con el escenario introductorio "The Well". El sistema es considerablemente más complejo que los juegos de OnePageRules que vengo jugando, pero está claramente armado para generar narrativa e inventar historias. Esa partida ya dejó a nuestras bandas enemistadas, una joven aprendiz de maga muerta, y una quest por venganza (¿o resurrección?) en marcha. Genial. Definitivamente un juego que quiero explorar más este año. También genial estuvo la batalla final de la mini-campaña de Age of Fantasy que jugué contra los no-muertos de Valenzuela (que vio la caída del Slann Shakur y el surgimeinto del chamán Huan'Xa, así como del nigromante Tanai), en el escenario especial "The Sacred Temple". En este caso, más que "sacred" era todo lo contrario, porque se trataba de un templo no-muerto siendo creado en las junglas de los Hombres Lagarto. Lo memorable de esta partida (además de ser la primera que jugamos en un "escenario" oficial) fue que, dado lo asimétrico del despliegue y las reglas, me pasé una buena semana craneando la partida antes de que comience. Y, gracias que mi oponente decidió no ser un tremendo culoduro y meterle roleritud, ¡la craneada dió resultado! También fue, si no me equivoco, la primera partida a 1500 puntos que jugamos usando este sistema (que sigue siendo tan fluído, táctico y divertido como siempre). Pero no todo fue miniaturas, o diversión (?. Este año también participé de un draft de Murders at Karlov Mannor, el primer draft de Magic al que me presento sin haber "estudiado" antes .... y fue una memorable pero pésima idea. De todas formas, siempre me flashea sumarme a grupos nuevos y ver el toque particular que le pone cada uno a la organización. Y si bien no era la primera vez que estaba en esa mesa, y si bien mi mazo fue una verdadera porquería, la noche de cartones, apuestas, Ugis y perros, ¡estuvo muy bien!
Pero la "partida" que se tiene que llevar el cráneo volador definitivamente fue una experiencia como jamás había tenido antes: mi primera sala de escape. En una apuesta fuerte (y totalmente atinada) mi novia me llevó de sorpresa a una sala de escape para mi cumpleaños. La sala tenía una temática de fantasía medieval muy bien lograda, arrancaba con acertijos sencillos sobre árboles familiares, para pasar a una segunda habitación elementos de hechizo arcanos y culminar con un acertijo de agilidad por tiempo, mientras una cabeza de dragón rojo gigantesca te respiraba en la cara. Y te respiraba en la cara posta. Quedé fascinado por el nivel de inmersión que generaba todo (¡y por lo bien que nos fue! Con alguna que otra ayudita, claro xD). Nunca había ido a algo así, y menos a algo así de bien logrado. Lamentablemente, justo de esto hay foto alguna disponible (¡obviamente!), pero créanme que esa cabeza de dragón animada era gigantesca.
Ganador: Cartográfos
Otra categoría que se vió fuertemente afectada por las vicisitudes del año (y sus ramificaciones) fue la de Boardgame del Año. Sin embargo, eso no impido jugar una decena de juegos interesantes este año. De entre ellos, el Dables fue por lejos el juego más jugado. En parte, porque es uno de los favoritos de la Piki y, en parte, porque lo puede jugar absolutamente cualquier persona y explicarlo toma menos de veinte segundos ("decí un icono que tu carta tenga en común con la del pozo, y tirala al pozo"). Si bien el juego se vuelve obviamente repetitivo, la mecánica sencilla está buena y lo podés trasportar en tu bolsillo. Buen party-game. Lo mismo pasa con Bandido, un juego que descubrí gracias a mi grupo de investigación hacia finales del año y que me encantaría tener. Misma premisa: se explica en 20 segundos ("cerrá todos los caminos"), lo puede jugar todo el mundo, ¡y es cooperativo! La Isla Prohibida es otro juego cooperativo que pinta interesante, pero que habría que probar más veces antes de poder emitir un juicio final. Lo mismo pasa con Brian Boru, que pude probar una única vez, tiene mil sistemas (aunque todos bastante sencillos) y me gustó mucho... pero que no parece haber calado fuerte en el grupo de juego de aquel entonces (tal vez porque le falta algo de "gancho" a la temática del juego). Dicho todo esto, el codiciado cráneo volador va para un juego que me flasheó de entrada con el concepto, y que me dejó con muchas ganas de conseguirlo y rejugarlo. Cartógrafos es básicamente un tetris competitivo con más pasos, pero tiene un elemento artístico y rolero super divertido que te pone un mood lúdico inmediatamente. Siguiendo con lo que claramente es mi preferencia de los últimos años, el juego tiene pocas reglas, es bastante sencillo, se puede jugar solo y seguramente también con pekes. Inmediatamente lo anoté como "JUE-GA-ZO". ¡Larga vida a Nerdosha!
Ganador: ???
Y llegamos, finalmente, al más codiciado premio de toda la industria del entretenimiento: el Nuntius de Oro a Mejor Videojuego del Año. Comencemos por el último juego en ingresar en la lista, el Abzû. Creado por los diseñadores del ganador al Nuntius de Oro 2013, Journey, Abzû presenta una experiencia similar en cuanto a su estilo artístico y gameplay calmo y zen. Y, si bien todo parece indicar que es (así como Journey) una experiencia corta de un par de horas... tengo que admitir que no pudimos terminarlo. La razón por la que Abzû consiguió entrar en la lista es porque mi novia lo prendió "a ver qué onda", en una de esas tardes de trabajo infinito... y, sin saberlo, era exactamente lo que ambos necesitábamos. Quedé muy flasheado de lo relajante que puede ser un juego diseñado para eso, y de lo mucho que uno puede (sin saberlo) necesitar más eso que un shot de adrenalina y colores. De lo más memorable que me pasó en gaming este año, y queda pendiente concluirlo para el próximo. Por su parte, Earth Defense Force 4.1:Shadow of a New Despair es un juego tan estúpido como su nombre...pero que finalmente me di el gusto de poder probarlo con Alienzo, Wholi y Daveron después de años de querer ver que onda. Si bien el juego no prendió tanto como esperaba, nos dió algunas risotadas mientras destruíamos ciudades enteras para salvarlas de los alienígenas invsaores (??). Seguramente me encuentre gritando "¡EDF!" durante el 2025...si consigo derrotar a los mechas gigantes que trajeron las hormigas (también) gigantes. Por otro lado, el Dungeonborne tiene el honor de ser el primer juego en "early access" que pruebo. En general, suelo pensar que es mejor esperar a que los juegos estén terminados para jugarlos, pero tengo que admitir que este incursión en los "extraction ¿shooter?" nos dió 10 horas de entretenimiento sólido. El juego es lento, meticuloso y super atmosférico, y la de idea de que tu grupo se puede cruzar con otros jugadores agresivos en cualquier momento (y, si de mi grupo se tratar, perder contra ellos) hace que todo tenga un clima de tensión permanente que se siente genial cuando conseguís salir del castillo con algo de botín. Dicho eso, la progresión también puede sentirse algo lenta y estancada, lo cuál probablemente mató el entusiasmo inicial que tuvimos en el juego. ¿Tal vez el original "Dark and Darker" sea mejor?
Dicho todo esto, si bien este año cuenta con seis nominados hay tres que se disputan el cráneo volador por encima del resto. Dos de ellos, además, tienen la virtud de ser juegos indie. El Samurai Gunn es perfecto haciendo lo que viene a hacer. Otro juego sencillo que puede jugar absolutamente cualquier persona (¡y que resultó ser un nuevo favorito de la Piki! Dios bendiga las opciones para sacar el gore...), pero cuyo "skill ceiling" es altísimo. Nuevamente, la gracia de este juego está en su simplicidad. Pero, nobleza obliga, también allí está su debilidad: si bien tiene algo así como un modo single player...claramente es un party game que se jugará en sesiones cortas, como parte de una rotación de otros juegos sencillos. En esto se diferencia del Vampire Survivors el primer verdadero hit del año, un juego que no pude soltar las primeras 25 horas que agarré, mientras destrababa niveles y upgrades y cosas así... pero que básicamente no volví a tocar nunca más después de "pasarlo". Si bien el juego es menos sencillo de lo que parece, y si bien es ideal para matar un rato, siento que me caí del juego tan rápido como me subí (y, por ejemplo, no tuve ningún tipo de deseo de grindear o colgarme a destrabar todos los personajes y cosas). En este sentido, y a pesar de su enorme variedad de armas y personajes, también se torna un tanto repetitivo al hacer siempre (en forma excelente) básicamente una misma cosa. Por último, tenemos el Total War: Warhammer II. El juego renueva la fórmula del anterior con la "campaña del Vórtex", una campaña con un pseudo-timer en el que hay que conseguir capitales que generan un recurso especial para hacer 5 rituales antes que las demás facciones. Esto acelera el juego, lo cuál es interesante...pero también genera toda una serie de inconvenientes bizarros. Para empezar, implica que ejercitos enemigos aparecerán "de la nada" cerca de las ciudades relevantes cada vez que uno comience a hacer un ritual. Si bien esto no es tan terrible, ciertamente tira un poco por la borda toda la planificación y realismo de la parte estratégica del juego: no hay manera de prevenir, cortar, o interferir con estas invasiones. No hay un curso de acción que permita a uno expandirse en forma segura más allá de la fronteras. Siempre aparecerán enemigos, de la nada, en el patio trasero. Esto se combina con otra decisión agridulce: la de introducir a mi ejercito de toda la vida, ¡los Hombres Lagarto!, y mover la acción a Lustria... pero hacer que este continente se sienta más pequeño que el viejo mundo, y tomar una serie de decisiones muy raras con la raza lagarta. Para empezar, y a pesar de ser la única raza de todo el mundo de Warhammer que sistemáticamente trabaja en forma coordinada, los Hombres Lagarto no pueden confederarse entre sí. Esto implica que, sistemáticamente, "aliados" propios van a tener las ciudades esas que generan recursos, justo al lado nuestro... y nosotros no vamos a poder hacer nada para obtenerlos (nada roleramente correcto, al menos): ni sacarselas por las malas, ni por las buenas. Sumado al hecho inexplicable de que los hombres lagarto no reciben ningún bono de movimiento en la jungla, a que el terreno de Lustria es muy trabado e inmaniobrable, el tech-tree más trabado de todas las razas nuevas y algunas decisiones de balance un tanto cuestionables (como guerreros saurios perdiendo mano a mano contra bárbaros del caos), hicieron que justo jugar con mi raza favorita sea una experiencia con bastantes altibajos.
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